EL POEMA DE MÍO
CID
Estructura de la obra: El Poema comienza in
media res, es decir, obviando una serie de contenidos que se supone ya
conocían los oyentes. Los tres Cantares en que divide Menéndez Pidal el manuscrito no se
corresponden exactamente con una división temática sino que tuvo en cuenta la
equiparidad de versos de cada una de las partes para una recitación.
Cantar 1º o
Cantar del Destierro. El Cid sale
desterrado de Castilla por el rey Alfonso VI y pierde su honra, debido a una
serie de acusaciones contra el héroe, como que se había apropiado de los
tributos de los moros al rey de Castilla. En Burgos sufre el rechazo de la población por
temor a las represalias reales; sólo Martín Antolínez, se presta a ayudarle. Se
despide en Cardeña de su familia, su esposa doña Jimena y sus hijas doña Elvira
y doña Sol. Comienza las campañas bélicas por tierras de moros y envía al rey
un rico presente de los cuantiosos tributos y botines logrados con sus
victorias.
Cantar 2º o
Cantar de las bodas. Toma Valencia y
recibe triunfalmente en la capital a su mujer y a sus dos hijas, viaje
consentido por Alfonso VI ablandado por los espléndidos regalos que el Cid le
envía. El rey de Marruecos Yusuf cerca Valencia y el Cid le derrota y envía un
tercer obsequio a Alfonso VI. La posición política y económica de Rodrigo mueve
la codicia de los infantes de Carrión que piden al rey el matrimonio con las
hijas del Campeador. El rey perdona al Cid y le presiona para que case a sus
hijas con los infantes de Carrión. Las bodas se celebran a pesar del recelo del
Cid, que consiente sólo por cumplir el deseo real. El Cid recupera así su
reputación militar y pasa a disfrutar de una situación honrosa, tanto en el
ámbito público como en el familiar.
Cantar 3º o
Cantar de la afrenta de Corpes. Los
infantes dan muestras de cobardía ante un león escapado en Valencia, así como
en el campo de batalla contra las tropas del rey Búcar. Incapaces de soportar
las burlas de los guerreros del Cid, proyectarán vengarse en las hijas. En el
robledal de Corpes las desnudan y maltratan. Vuelve así la deshonra a la vida
del héroe. El Cid pide justicia al rey y consigue que se celebren Cortes en
Toledo para reparar el ultraje. Los infantes quedan vencidos y malheridos y se
anuncian las bodas de las hijas con los infantes de Navarra y Aragón.
La estructura responde a una W en la que aparecen
distintos clímax en la obra. En un primer momento El Cid se encuentra en lo más
alto. Debido a los recelos de los enemigos, el rey Alfonso VI destierra al Cid
de Castilla: es su primera caída. El Cid irá recuperando su honor con las
batallas ganadas en tierra de moros hasta llegar de nuevo a la cima con la
conquista de Valencia. Sin embargo, el poeta vuelve a hacer caer al personaje,
en esta ocasión con la caída por la pérdida de la honra de sus hijas ante los
infantes de Carrión. En las Cortes de Toledo donde los infantes son
ajusticiados, culminará el proceso de ascenso del personaje quien queda
emparentado con los reyes de España. Por fin, ha recuperado su honra.
Un tema fundamental es la restitución de la honra del
héroe por medio del esfuerzo continuado. A su vez este tópico tiene dos
modulaciones: la honra pública y la privada. El destierro del Cid le obliga a
emprender las hazañas que le permitan recuperar su situación social y poder
atraerse, por medio de regalos o por la fama consiguiente, el perdón real y
recuperar su honra pública. La afrenta de Corpes atañe al honor privado, puesto
que la deshonra consiguiente al ultraje recibido por sus hijas tiene
repercusiones legales si no se restablece el equilibrio.
Rasgos
lingüísticos y estilísticos
El Cantar de Mio
Cid consta de 3.373 versos, estructurados en 152 tiradas asonantadas,
monorrimas e irregulares en el número de versos. El verso es anisosilábico, sin
cómputo de sílabas ni acentos fijos, al contrario de lo que sucede en la épica
francesa. Los versos fluctúan entre 10 y 20 sílabas y vienen divididos por una
pausa en dos impropios hemistiquios.
Sintaxis: El uso normal es la esticomitia puesto que la
pausa métrica suele coincidir con la oracional, es decir, las unidades
sintácticas y de entonación coinciden. Cuando hay encabalgamiento, éste es
suave. En su sintaxis abundan, según Lapesa, la yuxtaposición y la escasez de
nexos sintácticos. Las particularidades morfológicas se cifran en el uso
anárquico de los verbos, donde destaca el uso del presente histórico para hacer
más viva la narración, la profusión de demostrativos y la abundancia de las
perífrasis verbales.
Léxico: El léxico mezcla lo popular y lo arcaico, lo que
postula la abundancia del público señorial tanto como un auditorio popular. La
lengua usada es arcaizante pero el juglar no tiene inconveniente en incluir
neologismos o latinismos. Destaca el uso de expresiones eclesiásticas o
legales.
Como defectos se han destacado dentro de un tono de
encanto primitivo y sobriedad, una cierta pobreza de vocabulario, ausencia de
adjetivación, imágenes escasas, simplicidad en la caracterización de
personajes, tendencia a la acumulación enumerativa y cierta desproporción en
las descripciones, así como una pobreza sintáctica que se refleja en el
predominio de la yuxtaposición.
Recursos
juglarescos
Los recursos retóricos utilizados son los que se usaban
para la recitación oral como:
· Son frecuentes las llamadas de atención al público para
ganarse su interés y captar su benevolencia (si quisieseis escucharme…)
· Además, se emplean otras fórmulas juglarescas: como las
referencias visuales (vierais moros y
moras…). Simultáneamente, el juglar emplearía la gesticulación para ilustrar
estas expresiones e, incluso, imitaría las voces de los protagonistas del
relato.
· Las repeticiones son constantes, ya que facilitar tanto
la recitación como la memorización y la correcta comprensión por parte del
receptor. Las hay de tipo formal (paralelismos, anáforas, estructuras
bimembres…) y de contenido. El juglar recuerda datos para que nadie pierda el
hilo narrativo.
· El uso del presente de indicativo (Mio Cid cabalga) para
acercar la acción a los oyentes.
· El estilo épico utiliza frases pleonásticas como
“plorar de los sus ojos”, “decir de sus bocas”.
· La metonimia es más usual. “En su compaña sessaenta
pendones”, es decir, sesenta caballeros. Las “ardidas lanzas” son también los
caballeros y “la barba vellida” es el mismo Cid.
· No faltarán las fórmulas épicas, frases, palabras o
grupo de palabras que se emplean reiteradamente; fórmulas hechas para
determinados acontecimientos, por ejemplo el desarrollo de las batallas, las
embajadas al rey o la descripción de la indumentaria. Este sistema formular
facilita la composición de hemistiquios y la obtención de la rima.
· Vemos también el uso épico de la amplificatio o la
repetición de una idea ya expresada.
La épica es sobre todo narrativa, pero también tiene un
fuerte elemento dramático. El poema adquiere diversos registros en el nivel del
discurso directo, dependiendo de quién sea el personaje que hable: el Cid habla
siempre con dignidad. También encontramos atisbos del registro dramático en las
interpelaciones al auditorio, aunque esto es una característica de la épica en
general.
Época medieval
El contexto histórico nos sitúa en una época caracteriza
por las guerras de Reconquista, tras la invasión árabe de la Península en el s.
VIII. El Cantar de Mio Cid relata la
parte final de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador
(h.1043-1099), caballero de la corte de los dos hermanos, Sancho II de Castilla
y Alfonso VI de Castilla y León. La
España del Cid, de Menéndez Pidal, expresa como ninguna otra obra la
importancia histórica del personaje, convertido en leyenda antes de morir.
Este tema se centra en el texto fundacional de la
literatura española, El cantar de Mío Cid,
para comprender de qué manera los pueblos ante sus grandes hazañas no sólo
sienten la necesidad de historiar a través de la crónica, sino también surgen
los cauces que da la fantasía para poder explicar los acontecimientos.
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