Peter Pan
"Peter Pan", Fernando Iwasaki, Ajuar funerario.
CADA
VEZ QUE hay luna llena yo cierro las ventanas de casa, porque el padre de
Mendoza es el hombre lobo y no quiero que se meta en mi cuarto. En verdad no
debería asustarme porque el papá de Salazar es Batman y a esas horas debería
estar vigilando las calles, pero mejor cierro la ventana porque Merino dice que
su padre es Joker, y Joker se la tiene jurada al papá de Salazar.
Todos
los papás de mis amigos son superhéroes o villanos famosos, menos mi padre que
insiste en que él sólo vende seguros y que no me crea esas tonterías. Aunque no
son tonterías porque el otro día Gómez me dijo que su papá era Tarzán y me
enseñó su cuchillo, todo manchado con sangre de leopardo.
A
mí me gustaría que mi padre fuese alguien, pero no hay ningún héroe que use
corbata y chaqueta de cuadritos. Si yo fuera hijo de Conan, Skywalker o
Spiderman, entonces nadie volvería a pegarme en el recreo. Por eso me puse a
pensar quién podría ser mi padre.
Un
día se quedó frito leyendo el periódico y lo vi todo flaco y largo sobre el
sofá, con sus bigotes de mosquetero y sus manos pálidas, blancas blancas como
el mármol de la mesa. Entonces corrí a la cocina y saqué el hacha de cortar la
carne. Por la ventana entraban la luz de la luna y los aullidos del papá de
Mendoza, pero mi padre ya grita más fuerte y parece un pirata de verdad. Que se
cuiden Merino, Salazar y Gómez, porque ahora soy el hijo del Capitán Garfio.
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